FELICIDAD

Está, presente y entregada, en todos lados pero invisible a quienes la oscuridad o un intenso brillo impertinente los subyuga y le impide alcanzarla.
Ella es una hermosa mujer ciega y él, permite que vea su rostro con sus dedos, dialogan al respecto de ciertas tecnicidades, hablan y el color rojo es descubierto por ella y él -que a la fecha se creía impasible ante la sorpresa- se agita, se asombra y la desafía sin ánimos de competencia. Ella es una hermosa mujer y lo sabe, desprendió un botón de su blusa, cerró los ojos, mantuvo el silencio, la respiración por unos segundo y recibió el beso de un hombre enamorado; que no intento poseerla y tampoco soltar los labios de quien le permitió por un breve instante , escapar a la oscuridad, a la irradiación violenta y así pudo ver lo que alguna vez con obsesión busco creyendo que encontrándola, algo se resolvería.
Ya no era invisible y era algo pequeño, enseguida se mostró como es y se ofreció casi indecente.
Él entendió en la situación que en realidad siempre estuvo allí, como quien dice, al alcance de la mano pero la hermosa mujer ciega lo interrumpió e hicieron el amor; de la manera más impúdica, con todo erotismo y transgresión se entregaron y dieron cuerpo y pensamiento hasta que finalmente quedaron tirados en el suelo, con poco aliento, inactivos, casi inanimados con un mínimo de estímulo y pasión; uno entremezclado en el otro en una amistad por poco infantil.
Aguardaba, como siempre y se regocijaba por el hecho que había sido descubierta.
Ellos abrieron los ojos muy lentamente y al mismo tiempo. Uno comenzó a levantar el párpado y ese ínfimo movimiento alertó al otro de que estaban vivos. Para no contaminar ningún detalle del escenario y la escena que habían construido, se sumaron en la acción con la misma templanza; una danza de miradas que nunca se completaría y aun así, en silencio se entregaron; se dieron el uno al otro sin esperar nada a cambio, olvidaron sus odios y así multiplicaron el amor, se dieron la verdad, improvisaron y descubrieron un camino que les permitió aprender a andar, se humanizaron y gozaron sin afectar negativamente a nadie. Acordaron apreciar el gusto por lo más simple y se propusieron entender toda complejidad que se interpusiera con el único fin de no ser subyugados por complicadas y confusas satisfacciones. Se preguntaron acerca de los progresos y tecnologías que aportan tan poca dicha.
Invirtieron energía para entremezclar nuevamente los cuerpos y el espíritu, mientras, la felicidad cumplía su función. Se ofrendó a los dos, se definió con total naturalidad y con total egoísmo los abrazó tan sólo por unos segundos.
Nunca pensaron que fue una recompensa o un castigo, no lo reprocharán ni sufrirán, simplemente lo recordarán para avivar el tiempo, porque ese instante, valió la vida.
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